ETAPAS DEL DESARROLLO PSICOSEXUAL Kaplan y Sadock, nos plantean un resumen panorámico de las etapas del desarrollo psicosexual del ...
DESARROLLO DE LA SEXUALIDAD INFANTIL DESDE EL PSICOANALISIS
By Dr. Alvaro Silva
Kaplan y
Sadock, nos plantean un resumen panorámico de las etapas del desarrollo
psicosexual del niño y del adolescente. Es importante recordar que existen
diversas teorías y la presente es una de las principales, vigentes en la
actualidad para la explicación del desarrollo sexual. Desde el psicoanálisis clásico,
existen otros dentro del movimiento psicoanalítico que se presentaran
posteriormente.
Freud se
convenció de la relación entre los traumas sexuales y las alteraciones del
funcionamiento sexual. Originalmente consideró estas condiciones relacionadas
con el mal uso de la función sexual.
A medida
que aumentaba su experiencia clínica, Freud fue capaz de reconstruir las
iniciales experiencias y fantasías sexuales de sus pacientes. Éstos datos
proporcionaron el marco de la teoría del desarrollo de la sexualidad infantil.
Quizás una fuente de información que aún más importante fue su propio
autoanálisis, que empezó en 1897. La conciencia de la actuación de los deseos
sexuales infantiles en su propia experiencia le sugirió que estos fenómenos podían
no estar restringidos al desarrollo patológico de la neurosis, sino que
personas sustancialmente normales podían tener similares experiencia de
desarrollo.
Las
primeras manifestaciones de la sexualidad infantil surgen en relación con las
funciones corporales que son básicamente no sexuales, tales como alimentación y
el desarrollo del control de vejiga e intestino. Durante la fase oral, que va hasta el segundo año de vida, la actividad erótica se centra en la boca y en los
labios, y se manifiesta en la succión, mordisco y masticación. Durante la fase
anal, en la que el niño está creciendo preocupado por la función y control del
intestino, que va desde los dos a los cuatro años, la actividad erótica
dominante cambie las regiones orales a las zonas anales y rectales. La fase
fálica de desarrollo sexual empieza durante el tercer año de vida y prosigue
aproximadamente hasta el final del quinto año. En esta fase, la actividad
erótica se vincula psicológica y fisiológicamente en las actividades y
sensaciones asociadas a la micción.
Freud
describió los impulsos eróticos que surgen de las zonas pre genitales como
instintos componentes o parciales. Habitualmente, en el curso del desarrollo,
estos componentes instintivos son reprimidos o conservan un papel restringido
en el juego sexual previo. El fracaso en alcanzar la primacía genital, puede
resultar en diversas formas de patología. El persistente vínculo del instinto
sexual en una determinada fase de desarrollo pre genital fue denominado
fijación.
Freud
descubrió posteriormente que, en la psiconeurosis, sólo un limitado número de
los impulsos sexuales que han sido reprimidos y eran responsables de la
creación y mantenimiento en los síntomas neuróticos eran de tipo normal. En su
mayoría, estos serán los mismos impulsos que tenían expresión manifiesta en las
perversiones o parafilias, como se denominan actualmente. Las neurosis, pues
eran el negativo de las perversiones.
Desarrollo
de las relaciones objetales
a través de
su descripción de las fases de desarrollo libidinal, Freud hizo constantes
referencias de las relaciones del niño con figuras cruciales de su ambiente.
Freud postuló que la elección de un objeto de amor en la vida ulterior, la
propia relación de amor, y las relaciones objetables en otras esferas de
actividad, dependían en gran medida de la naturaleza y calidad de las
relaciones objetables del niño durante sus primeros años de vida.
Al nacer,
el niño no tiene conciencia del mundo de los objetos exteriores. A lo sumo, es
capaz de una sensibilidad indiferencia al dolor y el placer. El hambre, el frío
y el dolor producía una atención y una correspondiente necesidad de buscar
alivio de estos estímulos penosos durante el sueño. Al mismo tiempo, el pequeño
no puede obtener un alivio de estos estímulos penosos sin ayuda del exterior.
Las relaciones objetables de orden primitivo se establecen cuando el niño
empieza advertir este hecho. Como es consciente sólo de su propia tensión y
relajación y no del mundo exterior, el deseo del objeto existe tan sólo en
cuanto persisten los estímulos trastornantes y el objeto está ausente. Una vez
que aparece el objeto y son ratificadas necesidades del niño, el deseo
desaparece.
Fase oral. La
primera conciencia del niño de un objeto en sentido psicológico procede de un
deseo de algo con lo que está familiarizado, de algo que ratificó sus
necesidades en el pasado, pero que actualmente no está presente. Esencialmente,
es el hambre lo que obliga al niño a reconocer el mundo exterior. En este
contexto, resulta comprensible la primitiva reacción del niño hacia los objetos,
su deseo de ponérselos en la boca.
El niño
juzga la realidad en términos de si algo le proporciona o no satisfacción y,
por tanto, debe ser deglutido, o de si crea tensión y debe ser expulsado.
En este
punto, la madre se convierte en algo más que un agente anónimo cuyas atenciones
mantienen vivo al niño, ellas reconocida como la fuente de alimento y de placer
exógeno que el niño deriva de la succión. Como tal, ella pasa ser el primer
objeto de amor.
Fase anal.
En el sentido amplio, el papel del niño durante la fase de desarrollo oral es
un papel pasivo. El papel central es el de la madre, que tiene que gratificar o
frustrar sus demandas. En contrapartida, durante el periodo anal se exige al
niño que pierda por vez primera un aspecto de su libertad: se espera que acceda
a la exigencia de su madre de que utilice el retrete para la evacuación de
heces y de harina. El objetivo primordial del erotismo anal es el goce de la
placentera sensación de la excreción. Posteriormente, la estimulación de la
mucosa anal mediante la retención de la masa fecal puede ser una fuente de
placer más intenso.
La conexión
entre los impulsos males y sádicos puede atribuirse a dos factores. En primer
lugar, el objeto de la primera actividad sádico-anal son las propias heces, y
la expulsión de la masa fecal se percibe como un acto sádico. Posteriormente, las
personas son tratadas como las heces. El sentido del poder social que deriva
del control del esfínter constituye el segundo elemento sádico. El niño ejerce
su poder sobre su madre mediante la producción y entrega de la masa fecal o su
retención.
Las
primeras luchas anales son auto eróticas. La eliminación placentera y, en un
momento posterior, la retención placentera no precisa ayuda de un objeto
exterior. En esta fase de desarrollo, la defecación es dotada de cierta
omnipotencia, y las heces, que representan el agente de este placer, se
convierten en objeto libidinal en virtud
de su valoración narcisista. Aunque se han vuelto externas, tiene una calidad
de yo, pues representan parte de lo que eran anteriormente el propio cuerpo de
aquí la tendencia a reintroyectar lo que se eliminado para restablecer el
equilibrio narcisista. Así, las heces se convierten en un objeto de amor
ambivalente: son amadas y retenidas (o reintroyectadas) y son odiadas y
expulsadas.
Fase
fálica. La tarea fundamental del encuentro de un objeto de amor pertenece a la
fase fálica, en la que se establece la pauta de las posteriores elecciones
objetables. Freud utilizó el término “complejo de Edipo” para hacer referencia
a las intensas relaciones de amor formadas durante este periodo.
En los
niños, el desarrollo de relaciones objetables durante la fase fálica es
relativamente sencillo debido a que el niño permanece ligado a su primer
objeto. El interés del niño en la madre como fuente de alimento, continúa y
desarrolla un intenso interés erótico por ella y un deseo de poseerla
exclusivamente. Normalmente, estos sentimientos se suele manifestar a los tres
años y alcanzan un clima en el cuarto o quinto año de vida.
Con la
aparición inicial del complejo de Edipo. El Niño empieza cortejar a su madre
como lo haría un amante, expresando su deseo de dormir en su cama,
proponiéndole el matrimonio y aprovechando cualquier oportunidad de verla
mientras se viste o se desviste. La competencia de sus hermanos por el afecto y
la madre es intolerable. Pero, por encima de todo, desea eliminar a su gran
rival: el marido de ella y padre de. El niño prevé represalias por sus deseos
agresivos hacia su padre. Empieza a sentir que, si continúa mostrando interés
sexual por su madre, desaparecerá su PN la idea de esta privación en asociación
con el órgano del macho fue designada por Freud como complejo de castración.
Ante el miedo de castración, especialmente por parte de su padre, el niño tiene
que renunciar a su amor edípico por su madre. Entonces identifica con su padre
e incorpora dentro de sí las prohibiciones de este.
Como en el
caso del niño, la niña pequeña desarrolla una decisión inicial a su madre como
fuente de satisfacción de sus necesidades vitales. Pero, a diferencia del niño,
para el cual la madre sigue siendo el objeto amado, la niña se enfrenta cuando
la tarea de desplazar unión primaria de la madre al padre, con el fin de
prepararse para su futuro papel sexual.
Aparecen
diferencias fundamentales entre el desarrollo psicosexual del niño y de la niña
cuando ésta descubre durante el periodo fálico que el clítoris que posee es
inferior a su contrapartida en el varón con el pene. La niña reacciona ante su
descubrimiento con una intensa sensación de pérdida y lesión y con envidia del
varón, es decir, en vida del pene. En este momento, la madre, que había sido
anteriormente un objeto de amor, pasa a ser la responsable de haberla traído al
mundo peor equipada. Con el descubrimiento adicional de que la madre también
carece de este órgano vital, la insuficiencia de aquélla se vuelve todavía más
profunda. En un intento de superar su insuficiencia, la niña se vuelve hacia su
padre en la esperanza de que le dará un pene o un niño en lugar del pené
perdido. Esto se llama complejo de Electra. El amor sexual de la niña por su
padre disminuye más tarde porque no puede satisfacer sus demandas y porque
tiene miedo de la desaprobación de la madre.
Fase de
latencia. Esta es una fase de relativo reposo o inactividad del impulso sexual
y se extiende desde el período de resolución del complejo de Edipo hasta la pubertad.
De los 5 o 6 años hasta los 11 o 13.
Fase
genital. La fase genital o adolescente de desarrollo psicosexual extiende desde
el inicio de la pubertad en torno a los 11 o 13 años de edad, hasta que el
adolescente alcanza la edad adulta.
La
maduración fisiológica de los sistemas de funcionamiento genital (sexual) y de
los sistemas hormonales concomitantes determina una intensificación de los
impulsos, sobre todo de los impulsos libidinales. Esta intensificación produce
una regresión de la organización de la personalidad, que reabre los conflictos
de fases anteriores el desarrollo psicosexual y proporciona la oportunidad para
una nueva resolución de estos conflictos en el contexto de logro de una
identificación sexual madura y adulta.
Los objetos
primarios de este periodo son la separación definitiva de la dependencia y la
vinculación con los padres y el establecimiento de relaciones objetables
maduras, no incestuosas y heterosexuales. En relación con estos objetos está al
logro de un sentido más duro de la identidad personal y la aceptación e
integración de un conjunto de roles y funciones adultas que permite nuevas
integraciones adaptativas en los valores culturales y las expectativas
sociales.
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About author: Dr. Alvaro Silva
Psicologo Alvaro Silva es Dr. en Psicología, especializado en Psicoterapia Psicoanalitica en Centro de Estudios de Psicoterapias de Buenos Aires, Especialidad en Psicoterapia de Pareja y Familia Vincular, Focalización en Psicoterapia, en llevo una formación Psicodrama a nivel de Post Titulo en el Centro de Estudios de Psicodrama de Chile, Es egresado de la Maestría en Antropología y de la Maestría en Politicas Sociales: Gestion de Proyectos Sociales de la UNMSM.