LA SOCIEDAD, CULTURA Y FAMILIA, SON FUENTES GENERADORAS DE MACHISMO COMO DE VIOLENCIA HACIA LA MUJER
El machismo es un elemento en
el proceso de desarrollo de las diversas
sociedades en su devenir histórico y
cultural (transversal), en la que se presenta una sobrevaloración de la imagen
masculina. Lo que de por si genera la asimetría y simetría en la estructura de
poder interna en la relación de pareja. Lo cual se ha perennizado en diversas
sociedades, principalmente las machistas. En nuestra cultura, la mujer se
cosifica, se convierte en un objeto de posesión, al cual se le posee y se le
cela en las relaciones de pareja. Si la mujer culmina su relación y decide
re-iniciar su vida afectiva, muchas veces censurada y denigrada, mientras que
el género masculino, puede ser celebrado
ante su opción de separarse y al optar por una nueva pareja tan pronto culmina
la relación, socialmente presenta permisos y aprobaciones que se dan por el
hecho de ser de genero masculino.
La inequidad en el género se
fomenta, la mujer asuma un rol asociado a expresar sus emociones, el cual erróneamente se le califica como débil
y se encasillo tradicionalmente a labores domésticas para el cuidado de la
familia educación de los hijos, acompañado de labores identificadas como “menores”
en el ámbito doméstico (mal llamadas así), donde las acciones de “mayor”
responsabilidad recaen en el género masculino (quien no se encuentra permitido
el que exprese emociones y sensibilidades, debiendo ser fuerte y en ocasiones
inexpresivo).
Socialmente se asoció a la
mujer a escenarios que fomentan la visión de un género débil, que debe de
depender del género masculino malamente concebido como “potente /fuerte” y en
el que este el ultimo debe de asumir las diversas responsabilidades, desde los
elementos económicos en el proceso de cortejo de la pareja, siendo mal visto
tanto por el hombre como por la mujer que permite que uno de los miembros asuma
el total de los gastos, y en mayor medida que el género femenino inicie un
proceso de cortejo, porque el corresponde al género masculino dicho rol, como
el que se exprese con libertad en el plano de la sexualidad para evitar ser
censurada en el plano de un machismo. Se encuentra presente el riesgo de que el
género femenino asuma un rol de dependencia como de debilidad, con el peligro
de perennizarse.
La concepción de sexo débil como
constructo es parte de la socialización infantil y herencia cultural como
familiar que en variadas ocasiones cultiva miembros para el “servilismo” y “dependencia”,
desde la creencia que para ser feliz se debe de complementar el ser humano con otro,
lo cual en determinados contextos se impulsa al otro asumir un camino de emparejarse
porque lo demanda la sociedad y donde no era necesariamente la ruta para el desarrollo ni satisfacción personal, como de pareja.
La intervención en terapia de
pareja en contextos de asimetría es la generar espacios de simetría y
empoderamiento al miembro que asumió el rol de debilidad y dependencia, con lo
cual podremos disminuir los riesgos de violencia, dándose priorizar al empoderar, cortando el ciclo de ser objeto de posesión del
otro.
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Violencia hacia la mujer |